Hay momentos en la vida en los que el miedo se vuelve real, cercano y doloroso.
Hoy escribo estas palabras con el corazón en la mano, no para llamar la atención, sino para pedir algo muy simple y muy grande a la vez: oración y esperanza.
Cuando el coronavirus entra en casa
Durante mucho tiempo escuchamos hablar del COVID-19 como una noticia lejana, algo que les pasa a otros.
Hasta que un día, el resultado llegó: mi esposa y mi hijo dieron positivo en coronavirus.
Desde ese momento, la tranquilidad desapareció.
El miedo que no se ve
El verdadero miedo no siempre se nota por fuera.
Está en:
- Vigilar la respiración durante la noche
- Medir la fiebre constantemente
- Esperar mejoras que tardan en llegar
- Pensar en lo peor, aunque uno intente ser fuerte
Como padre y esposo, no hay sensación más dura que ver sufrir a quienes amas.
El coronavirus no es un juego
Aunque algunas personas lo minimizan, el COVID-19 puede ser peligroso, especialmente:
- En niños
- En personas con defensas bajas
- Cuando no se toman las precauciones necesarias
Por eso es fundamental:
- Seguir las indicaciones médicas
- Mantener el aislamiento
- Cuidar la alimentación
- Fortalecer el sistema inmunológico
- Proteger la salud mental