Pero había más. Mitch había descubierto que Melanie no trabajaba, al contrario de lo que siempre insinuaba. Las salidas para “reunirse con clientes” eran en realidad tardes en spas, salones de belleza caros y centros comerciales de lujo. Estaba gastando mi dinero mimándose como si fuera una dama de sociedad, mientras yo, la verdadera dueña de la fortuna, vivía modestamente.
El informe también reveló reuniones frecuentes con un hombre llamado Julian Perez. Era un abogado especializado en derecho familiar y sucesorio, particularmente en casos de incapacitación legal y tutela de ancianos. Mitch había logrado confirmar a través de una fuente en el bufete que Melanie había consultado a Julian sobre los procedimientos para obtener la tutela legal sobre alguien considerado incompetente.